Según las notas de prensa de la mayoría de los periódicos, la reunión del G-20 en Toronto va a terminar con un acuerdo o compromiso de que los países desarrollados, entre los que se encuentra España, reduzcan el déficit fiscal a la mitad en tres años y reducir el nivel de deuda para el 2016. Para los países emergentes parece que hay más manga ancha y lo que se les pide son mayores inversiones en infraestructuras y fortalecer el gasto social.
Enseguida se han alzado voces advirtiendo que suprimir los estímulos fiscales demasiado pronto va a ser un error que va a acentuar la posibilidad de que entremos en recesión ya que va a provocar más paro y más miseria.
Personalmente no se cual es la solución, pero lo que si que veo es que la economía nacional está en la UCI, no es capaz de andar sola, y pienso que algún nivel de estimulo va a ser necesario si no queremos que el país se pare. Pero por otro lado también veo que no se está tomando ninguna medida para reducir en déficit estructural que padecemos.
A estas alturas de la crisis ya alguien nos debería haber explicado a los españoles la realidad de las cuentas del conjunto de todo el reino. Nos debería de dejar claro que porcentaje del déficit que tenemos no tiene nada que ver con los estímulos fiscales y si con gastos que se asumieron en su día y que no se debería haber consentido porque son impagables con el nivel de ingresos normal del estado. Aun recuerdo lo que llamaba el exministro Solbes “sudoku de difícil solución” cuando se refería a la financiación de las Autonomías. Estaba claro que era aprobar un gasto que no se debería haber consentido por mucho que se empeñaran los políticos de turno.
Habrá que poner la tijera en los gastos estructurales que son insostenibles, y a su vez habría que mantener ciertos estímulos fiscales que impidan que el país se pare. Pero con criterios de eficiencia, mirando al futuro, no malgastando el dinero que después vamos a tener que devolver entre todos.
Habrá que poner los pies en tierra, reconocer cuales son nuestras posibilidades y actuar en consecuencia, recortando donde no nos teníamos que haber metido y procurando propiciar las inversiones donde hay futuro por delante, como por ejemplo en el ahorro de la energía, pero con sentido común, control y previsión. No como se ha hecho hasta ahora que ha resultado ser un verdadero descontrol.
Ningún gobierno va a consentir que su país se paralice, por lo que no va a tener más remedio que continuar con los estímulos fiscales en cuanto vea que el crecimiento se resiente. Así que más nos vale a todos los países plantearnos cual es verdaderamente nuestro nivel de gasto estructural, y cuanto antes nos adaptemos a él mejor nos irá. Al final se trata de optimizar el dinero disponible. Cuento más eficientemente se vea que lo gastamos más confianza tendrán los mercados para prestarnos el que necesitemos para mantener los estímulos fiscales-
Resumiendo: No se trata de suprimir los estímulos fiscales, más bien se trata de suprimir el exceso de gasto estructural.
Saludos.
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